Cuando invertimos en algún producto financiero, normalmente buscamos el mayor rendimiento posible, pero muy pocas veces nos paramos a pensar:

¿Cuánto es suficiente?

Normalmente queremos más. En algunas ocasiones nuestra ambición desmedida nos hace perder todo.

Los cuatro maestros en busca de la riqueza

En cierto lugar de la India, vivían cuatro maestros que decidieron ir en busca de la riqueza. Mientras iban caminando, se encontraron con un yogui, que prendió 4 candiles mágicos, se los dio y les dijo:

“Id a la región del Himalaya. Allí donde se os caiga el candil encontraréis un tesoro. Cavad, recoged vuestro tesoro y regresad”.

Tras caminar un poco, a uno de ellos se le cayó el candil. Tras cavar, observó que toda la tierra era de cobre, a lo que exclamó:

“Vamos, recoged todo el cobre que queráis y regresemos a casa…”

Sus compañeros respondieron:

“No seas necio. Levanta y continuemos caminando, que el cobre no nos saca de la pobreza”.

El primero de los maestros tomó el cobre que quiso y regresó.

Poco después, se le cayó el candil al segundo maestro. Tras cavar, observó que toda la tierra era de plata. Lleno de alegría, exclamó:

“Vamos, recoged toda la plata que queráis, ya no hace falta ir más lejos”.

Pero los otros maestros no se contentaron y siguieron caminando…

Poco después, se le cayó el candil al tercer maestro. Tras cavar, descubrió oro bajo sus pies, pero su compañero, el cuarto maestro, decidió continuar, con la esperanza de encontrar piedras preciosas…

Así, el cuarto maestro avanzaba, en solitario, en busca de una mayor riqueza…

Atormentado por la sed, salió del camino y comenzó a vagar sin rumbo, hasta que se topó con un hombre ensangrentado que tenía una rueda sobre su cabeza. Mientras hablaba el maestro, la rueda pasó de la cabeza de aquel hombre a la suya.

Ante la sorpresa del maestro, el hombre le dijo:

“Esto es obra del dios de la riqueza. Cuando aparezca otro maestro como tú, con un candil en la mano y te hable, como tú lo has hecho conmigo, entonces la rueda caerá sobre su cabeza y serás libre. Gracias a ti, ahora yo soy libre, así que regreso a mi casa sin nada…”

El maestro pagó así por su ambición desmedida…

 

MORALEJA

Es bueno tener ambición, pero hasta cierto punto.

Una dosis suficiente de ambición nos hace ser activos y nos proporciona fuerza para mejorar.

Una dosis excesiva de ambición nos convierte en esclavos de nuestra propia ambición, como al cuarto maestro, que no se conformó con cobre, ni plata, ni oro.

En la vida, normalmente lo mejor es tener las cosas en su justa medida, ni más ni menos. Los excesos no suelen ser buenos. Y, sino, que se lo pregunten al cuarto maestro…

¡Que seas muy feliz!

José Marcelino Pérez

Coach Financiero

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